El prisionero

Título: El prisionero
Autor: Karyn Monk
Tipo: Novela romántica histórica
Saga: Orphan #1
Sinopsis:
En el pasado fue un hombre poderoso. Ahora es sólo un asesino convicto. Haydon Kent, marqués de Redmond, sabe que no hay forma posible de librarse de la soga del verdugo. Pero está equivocado y una misteriosa mujer aparece en su tenebrosa celda y al amparo de las sombras de la noche, consigue escapar. Sólo quiere probar su inocencia, pero ahora que conoce a esa mujer de turbadora belleza, también quiere probar a dejarse llevar por la pasión...
Comentario:
Me gustó tanto el que leí de la señora Monk, que me tuve que aventurar con más de la autora, sobre todo leer la misma saga –que resultó que el que había elegido era el tercero- pero bueno, gracias a dios afecta poco. Es una monada ver a Jack de pequeño, cuando luego lo vemos en el libro de la heredera como protagonista y con sus 30 añazos, le he cogido mucho cariño a este pequeño ladronzuelo con gran corazón.

“-El Señor nos dice que hay que pegar a los niños -argumentó el director Thomson-. «¡Quien no usa la vara es que odia a su hijo, mas quien le quiere es diligente a la hora de disciplinarlo!» Haga saber sin vacilaciones al muchacho que ahora le pertenece a usted. Al primer ápice de problema, enviémelo de vuelta aquí.” Ese momento en que sólo tienes ganas de pegarle a la persona que opina así.

Haydon se ve una buena persona, pero de esas que lo son realmente. De las que tienen una sonrisa que sabes que no te está mintiendo, y eso me gusta. Es un hombre que ha tenido la peor suerte en el peor momento, pero que aún así lucha o intenta luchar por su vida sin aprovecharse ni perjudicar a nadie, cosa que dice mucho a su favor. Con Genevieve hacen una pareja estupenda.

Este libro, además de presentar una dura realidad, es sobre la familia y la lealtad. Eso que a veces casi parece que ha desaparecido en los tiempos que corren. Por mucho que Haydon sea nuevo en la familia, es parte de ella, y entiendo perfectamente como todos cierran filas alrededor de él, y se protegen los unos a los otros. Como sin tener lazos de sangre están más unidos que muchos y tienen una vida feliz, pese a no nadar en la abundancia. Hace gracia el tipo de personas que son, y como todos en el fondo son personas de gran corazón con mucho que dar, que sólo necesitaban una oportunidad.

Podría escribir sobre lo que el libro me hizo sentir y algunos momentos duros, con dolor y rabia, pero creo que es mejor simplemente daros un ejemplo: “La han encerrado en una celda con una loca asesina que grita y parlotea constantemente. Tienen intención de retenerla allí tres días hasta el momento en que la lleven ajuicio. Fui a suplicar al señor Ingram que hablara a favor de ella, pero se ha negado. Ha dicho que Charlotte tiene que servir de ejemplo para todos los indeseables de nuestra sociedad. Luego me he tragado el orgullo y he ido a ver a Charles, para rogarle que contratara a un buen abogado que nos representara. Y ha dicho que era cosa de mi marido pagar los gastos de mis mocosos, y que yo había hecho mi elección el día que decidí quedarme con el hijo de una fulana en vez de casarme con él. Ha dicho que siempre había sabido que mi vida acabaría en desastre. Sabe lo del banco, fíjese, sabe que corro serio peligro no sólo de perder la casa, sino también de perder a los niños. Y no le importa. Cree que es lo que me merezco.”

La historia en sí es realmente buena. La trama no decae en ningún momento, todo está hilado, todo tiene sentido, los personajes son geniales, los diálogos… no es un libro excepcional, pero es bueno en esencia. Más de lo que se puede decir de muchos. Y me ha encantado de principio a fin.

“-Te quiero, Genevieve -consiguió decir con aspereza, inclinándose hasta que sus labios estuvieron a tan sólo un suspiro de ella-. Más que a la vida misma. Te he querido desde el momento en que te vi por primera vez en la lóbrega celda de la prisión y he acabado por quererte más cada día desde entonces. Y si me dieras la ocasión, pasaría el resto de mi vida rodeándote de ese amor.
Genevieve lo miró en silencio, incapaz de aceptar lo que le estaba diciendo.
-También cuidaré y llevaré a cada uno de nuestros niños en lo más profundo de mi alma -prometió Haydon deseando que ella entendiera que nunca volvería a fallar a un niño de la manera que había hecho en el pasado-. Y acogeré con beneplácito a cualquier otro niño que traigas a nuestras vidas, de la prisión o de la calle, o como resultado de nuestra devoción mutua.-Pero... eres un marqués -protestó ella llorosa, sujetando aún con fuerza la mano de él contra su corazón.
-Esperaba que no lo tuvieras en cuenta para rechazarme.
-Podrías casarte con cualquiera -aclaró Genevieve.
-Me halaga que pienses así. ¿Debo tomar entonces tu respuesta como un «sí»?
-No es posible que quieras casarte conmigo, Haydon -le dijo con dolorosa certidumbre-. Sólo crees que es lo que deseas porque has estado lejos de tu casa durante mucho tiempo. Mis niños y yo no pertenecemos a la sociedad en la que tú vives, estoy segura de que te das cuenta de eso. Nunca serían aceptados por tus amigos ni por tu familia más de lo que han sido aceptados aquí por los que en otro tiempo me recibían encantados en sus casas como invitada y como igual. -Sintiendo que se arrancaba su propio corazón, soltó lentamente la mano de él-. No podría soportar verte menospreciado por mi causa o por causa de los niños, Haydon, igual que no podría soportar ver a mis niños despreciados por gente intolerante, cegada por las trampas de sus títulos y su riqueza.
-Entonces renunciaré al puñetero título -juró con vehemencia-. Venderé la propiedad y la casa en Inverness parar que ninguno de los niños tenga que ir allí y ser víctima de chismorreos inútiles. Podemos vivir aquí o trasladamos a cualquier otro sitio que elijamos y empezar de nuevo. No me importa lo más mínimo todo aquello, Genevieve le aseguró de modo tajante y definitivo-. Ni me importa en absoluto el título, ni las propiedades, ni lo que piensen otras personas sobre la elección de mi esposa. Lo único que me importa es que estemos juntos, como una familia. Cásate conmigo, Genevieve -concluyó con voz sentida, suplicante-. Cásate conmigo y permíteme pasar el resto de la vida queriéndote. -Le apartó un mechón de pelo sedoso de la cara y al hacerlo atrapó con su mano una lágrima plateada-. Por favor.”